La razón es que Dios es alegría, la fuente de la alegría y todos sus dones se caracterizan por la alegría. Dónde no hay alegría no está Dios. Por ello la primera palabra del tiempo del cumplimiento, dirigida en este caso a María, es el alégrate del ángel a María en la anunciación, después, cuando Jesús nace, los ángeles lo anuncian a los pastores como una gran alegría. Igualmente Jesús invita repetidamente a sus discípulos a la alegría porque sus nombres están escritos en los cielos (Lc 1,29).
No se trata de una alegría cualquiera, sino de compartir su misma alegría, recibida directamente del Padre, que es la fuente (Jn 15,11; Jn 17,13). Dada la importancia de la alegría en la vida humana la buscamos de muchas maneras, unas equivocadas, cuando están fundadas en el egoísmo.
Hoy la palabra de Dios nos invita a buscarla siempre y encontrarla en el servicio a Jesús en los necesitados y en el reconocimiento de los dones recibidos de Dios. En la 2ª lectura san Pablo invita a estar siempre alegres y lo motiva en la próxima venida del Señor. La 1ª recuerda la promesa de un profeta especial, evangelizador que vendrá al servicio de los pobres a los que debe dar la alegre noticia de su curación y liberación; ante este anuncio el pueblo de los pobres prorrumpe en un canto de alegría. Jesús afirmó el cumplimiento de esta profecía en su bautismo (Lc 4,16-21). Al servir a los demás nos convertimos en instrumentos de las promesas de Dios que realizan las esperanzas de los hombres y con ello encontramos la alegría. Estamos inmersos en un mundo lleno de necesidades e injusticias, son millones los hombres que claman a Dios pidiendo justicia y liberación.
El Evangelio habla del anuncio de que en el futuro el mesías será ungido, capacitado y enviado para liberar y dar vida. Lo hizo Jesús históricamente y hoy lo quiere continuar por medio nuestro. Para ello en el bautismo fuimos también ungidos y capacitados para participar su tarea. Ayudar a colmar las legítimas esperanzas humanas es el camino para llegar a la plenitud de la esperanza.
Se llega a la plenitud de la alegría creando ahora alegría, haciendo justicia, poniendo paz, dando trabajo, facilitando el pan de cada día, quitando lágrimas.
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