martes, 9 de febrero de 2016

La Cuaresma de la Misericordia

Con la imposición de la ceniza comenzamos el tiempo de Cuaresma, ese camino que nos llevará a la Semana Santa. 
Durante este periodo se omite siempre el "Aleluya" en toda celebración.

Esta mandado suprimir los adornos y flores de la iglesia, excepto el IV Domingo. (Domingo de la alegría en nuestro camino hacia la Pascua). Igualmente se suprime la música de instrumentos (excepto el IV Domingo), a no ser que sean indispensables para acompañar algún canto. Los domingos se omite el himno del "Gloria". Este himno, en cambio, se dice en las solemnidades y fiestas.

La práctica del ayuno, tan característica desde la antigüedad en este tiempo litúrgico, es un "ejercicio" que libera voluntariamente de las necesidades de la vida terrena para redescubrir la necesidad de la vida que viene del cielo: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,4; ver Dt 8,3; Lc 4,4; antífona de comunión del I Domingo de Cuaresma)

La Cuaresma es tiempo penitencial por excelencia y por tanto se presenta como tiempo propicio para impulsar la pastoral de este sacramento conforme a lo que nos ha pedido recientemente el Santo Padre y nuestro Arzobispo Primado, ya que la confesión sacramental es la vía ordinaria para alcanzar el perdón y la remisión de los pecados graves cometidos después del Bautismo.



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