Durante unas horas volvió a renacer, en el interior de aquellos jóvenes que, en los albores de los 90, decidieron fundar esta corporación, ese sentimiento y ese fervor con el que iniciaron este gran y ampuloso camino, que iniciaran hace ya 26 años. Ya se pudo escuchar en la Monición de Entrada: "Vera+Cruz y San Francisco. San Francisco y Vera+Cruz."
Se abrían las puertas del cielo, de esa pequeña porciúncula que los marteños cobijamos como gran tesoro en el corazón de nuestra ciudad, a las 08:30 horas de la mañana, comenzando la amplia efeméride con una preciosa oración inicial predicada por el párroco de San Francisco, Fray Florencio Fernández, y que dio pie a lo que ha sido, hasta la fecha, uno de los actos más suntuosos jamás contemplados por el Martos cofradiero.
Justo en el retablo mayor, y como un refulgente rayo de sol que acaba de bajar del mismo cielo celeste inmaculado del Viernes de Dolores, se nos presentaba Nuestra Señora María de Nazareth en Solemne Besamano, ataviada con el terno que, en el año 2007, bordara Mercedes Campaña para la Señora; corona de salida, joyas y todas las galas posibles. Martos está de fiesta, y Ella es la gran protagonista.
Tras de ella la cruz, excelsa y victoriosa como muestra de una jubilosa exaltación de la titular más antigua, la Santa Vera+Cruz, coronada por un sencillo pero delicado sudario que, muy gustosamente, nos cedió la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, y rematada por un amplio monte de corcho y sencillas flores que elevan la cruz al mismo cielo de esta obra de arte efímero.
Dos amplias escaleras de velas coronan el altar, y sirven de nexo de unión entre la Virgen y la Cruz, rematadas en su base por una amplia cenefa floral en tonos blancos y violáceos, pleno símbolo de la pureza de Nuestra Señora.
Jornada que tuvo su cénit en la Eucaristía, momento de reunión y de encuentro con Nuestra Madre, presidiendo la cátedra Fray Florencio Fernández y participando dentro del acto un sencillo cuerpo de acólitos y servidores. Una Santa Misa cargada de sentimiento, de recuerdos y de alabanzas y loas a la Madre de Dios en una conmovedora homilía.
También la comunidad franciscana, y el propio párroco, tuvieron un grandísimo detalle con nuestra corporación, regalando el propio párroco un rosario realizado con huesos de aceitunas del huerto de Getsemaní, y traído desde Tierra Santa, para que Nuestra Bendita Madre lo porte. Sencillos, pero muy sentidos, presentes que nunca sabremos agradecer a los que los hicieron realidad.
El Coro Amicita, no pudiendo ser de mejor manera, puso el broche de oro a esta magna jornada con su Concierto de Pasión que, muy gustosos, cambiaron de fecha y emplazamiento para poder hacerlo a los pies de Nuestra Señora María de Nazareth. Sones que nos elevaron al mismo cielo; nos hicieron trasladarnos y evadirnos para acercarnos, más si cabe, a la figura de Cristo y su Bendita Madre.
Sin duda alguna, un día que quedará en el recuerdo de la memoria de la augusta ciudad de Martos. Sólo unas pocas horas, pero benditas horas...